EL SÍNDROME DE LA CABAÑA TAMBIÉN AFECTA A LOS NIÑOS



Miedo a la normalidad

En el periódico ABC se aborda a través de un artículo "El síndrome de la cabaña también afecta a los niños". En tal redacción se indica que ahora, cuando comienzan a darse los primeros momentos de la desescalada, empiezan a brotar aspectos latentes en fases anteriores: el miedo a volver a hacer una vida «normal». Según cuenta esta experta, los síntomas no son nuevos, ya estaban ahí y los psicólogos los han ido percibiendo, tanto en pacientes como entre sus propios familiares. La diferencia es que las medidas adoptadas por el Gobierno hacían de «ancla» a la que aferrarse para evitar situaciones, emociones y pensamientos perturbadores. El hogar nos hacía sentir seguros en aquellos momentos de confinamiento más duros, pero ahora las normas nos empujan a enfrentarnos a la incertidumbre para poder continuar hacia una vida saludable y plena, conviviendo con estas nuevas sensaciones y formas de relacionarnos.
Uno de los miedos que más pueden llamar la atención es el de salir a la calle, que se da tanto en adultos como entre los más pequeños. Y es que el hogar nos ha protegido del virus tanto hacia afuera y ha sido también un «fuerte» para encontrar refugio de aquellas vivencias que podrían suponer mayor estrés. Por ello, muchos ya lo están denominando como el «síndrome de la cabaña». «Principalmente existe el miedo a contraer la enfermedad, que es un miedo completamente normal y adaptativo en cuanto a que nos mantiene alerta para continuar llevando a cabo conductas de higiene y prevención. No obstante, este se convierte en un miedo desadaptativo en dos direcciones: por un lado cuando la emoción pasa a ''coger los mandos'' de nuestra vida, limitando todas aquellas vivencias agradables, de contacto, de exploración, de crecimiento profesional, de ocio, etc. para indicarnos constantemente que la seguridad es un bien preciado y únicamente se halla en casa. Por otro lado, también surge hacia otros estímulos, como el miedo a volver a exponernos a contactos sociales, miedo a aspectos que impliquen tomar distancia con el hogar, así como miedo a retomar el contacto con aspectos que previos a la pandemia ya conllevaban una importante carga emocional», aclara Vega.
Con los más pequeños ocurre exactamente lo mismo, según explica la psicóloga. Están observando en ellos -informa- mayor predisposición al mencionado «miedo desadaptativo» en los que previamente padecían ciertas fobias o miedos limitantes, pero también en aquellos que han sufrido de cerca las consecuencias más duras del coronavirus. «Muchos se han visto inmersos en una atmósfera cargada de emociones desagradables y con mucho menos acceso elegido a información de la que dispone un adulto, puesto que se les da la información que se considera relevante, mientras que otra la van percibiendo sin un orden ni una explicación adaptada». Por ello es muy importante cómo vivan la desescalada por parte de sus padres, su mayor referencia, siendo muy importante cuidar lo que verbalizan pero también sus actos.

Cómo afrontarlo

Para superar este proceso y que a nadie le cueste salir a la calle, la psicóloga recomienda exponerse paulatinamente al miedo, manteniendo la motivación y comenzando por acciones sutiles. En este sentido y de cara a favorecer la salida de este «síndrome de la cabaña» no es necesario «que el primer día de confinamiento hayas salido la hora establecida en función de tu grupo de referencia, así como no será necesario que el primer día que se permita el contacto con grupos pequeños acudas a una reunión de amigos. Basta con que, en esos pasos hacia la desescalada, te permitas experimentar al propio ritmo las nuevas sensaciones que conlleva». Por ejemplo, podría tratarse de bajar únicamente a la acera durante unos minutos y poco a poco ir aumentando la distancia fuera de casa.

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